Este poema me hizo uno de nuestros alumnos y me gustaría tenerlo en la web, es como un reconocimiento y recordatorio a la vez.
Para dividir las aguas de los mares no se necesita un milagro, no Solo hace falta detenerse y mirar al océano con ojos tiernos Honrar la fuerza de sus mareas y el picor de su sal Y, con nuestra voz más amable, susurrarle al oído: “permiso, que voy a pasar” En este mundo cada vez más frío y hostil En este eterno “sálvese quien pueda” La calma, la amabilidad y la ternura Son como el balde que nos rescata de la pesadilla Pues cuando vamos tirando con la mirada estrecha y el corazón ausente Nos chocan, nos incomodan Nos confrontan con nuestra prisa vacía y nos obligan a detenernos y reconectar La calma, la amabilidad y la ternura Son el antídoto para la ebriedad sin haber tomado Son sustantivo y adjetivo en humanidad compartida Son el tejido mismo de todo ser humano Gracias Mita por tu presencia siempre amable Por ser ese espacio de calma y de luz Por recordarnos el poder de la ternura Javier Sanchez